El amor y la compasión que han mostrado algunos de los escritores más famosos por sus mascotas sería el tema de una divertida y solemne antología.

Anton

El escritor fue un gran admirador de los perros salchicha. En su mansión Mélijovo vivió con dos perros, Brom [Bromuro en ruso] Isáevich y Jina [Quinina] Márkovna, nombrados en honor de los medicamentos del siglo XIX (Chéjov ejerció también de médico). El escritor podía pasar horas hablando con sus mascotas. Actualmente en la casa-museo de Mélijovo se puede ver un monumento de bronce dedicado a Brom y a Jina y cada año se celebra allí el Festival de perros salchicha de toda Rusia.

Un día Chéjov se trajo una mangosta de Ceilán. En palabras del propio escritor, los perros “se rindieron” ante el recién llegado. La mangosta no dejaba de hacer travesuras en la casa: rompía todo lo que encontraba en su camino, quitaba la tierra de las macetas e incluso tiraba de la barba del padre de Chéjov.

 

 

 

 

Vladímir Maiakovski y su bulldog Bul’ka

 

 

En una ocasión el poeta vio en un mercado de la calle un tembloroso perro de pelaje pelirrojo. No se pudo resistir y lo compró. El vendedor le dijo que era de pura raza. Esenin le puso su propio nombre y estaba encantado con él. Se lo mostraba a todos los que iban como invitados a su casa. Pocos días después el perro comenzó a quejarse y a mover sus orejas. En realidad no era un perro de pura raza sino una mezcla al que le habían cosido las orejas.

El tema del amor hacia los animales aparece a menudo en los poemas de Esenin. En cada pájaro, vaca o caballo que vivía en el pueblo veía un alma viva. Los trataba con delicadeza y compasión. El poeta confiaba a los perros sus sufrimientos, como en el poema ‘Jim, dame tu pata’. En la ‘Canción del perro’ Esenin cuenta una cruda historia sobre una perra que pierde a sus cachorros.

 

Vladímir Sorokin y sus lebreles Rom y Fom

El escritor aparece en numerosas fotografías con graciosos y aristocráticos perros, sus queridos lebreles Rom y Form. En palabras del propio Sorokin, le encanta rodearse de belleza, tanto animada como inanimada. “Me parece importante la estética en el lugar en el que habito”. En alguna ocasión declaró que está de acuerdo con la cita de Fiódor Dostoievski: “Incluso correría el riesgo de completar la frase de Fiódor Mijáilovich de que ‘la belleza salva el mundo”, declaró.