El cambio de lema del Ejército: ¿Unidad o pérdida de rumbo?

El cambio de lema del Ejército: ¿Unidad o pérdida de rumbo?

Este cambio de lema del Ejército genera dudas sobre el rumbo patriótico del Ejército dominicano. / Imagen: Fuente externa

¿»Todos somos uno» fortalece la defensa nacional o diluye su esencia?

  José Ml. Taveras

José Ml. Taveras

Escritor, corrector y editor de textos

La modernización institucional no debe borrar la historia, sino reforzar sus raíces más nobles con una narrativa clara y coherente

De la lealtad a la ambigüedad

Hace más de un año, el Ejército de República Dominicana sustituyó su lema histórico “Todo por la Patria” por uno nuevo: “Todos somos uno”.

Este nuevo lema, carente de fuerza simbólica, fue introducido durante la gestión de Carlos Luciano Díaz Morfa como ministro de Defensa del país.

Actualmente, Wikipedia aún muestra el antiguo lema “Todo por la Patria” como parte fundamental de la identidad del Ejército dominicano.

Por estas maniobras que considero malintencionadas, me veo obligado a reflexionar con firmeza sobre este cambio que afecta la esencia institucional.

Este cambio no es superficial, ya que ha generado dudas legítimas sobre el rumbo que sigue una de las instituciones más simbólicas del Estado dominicano.

Aunque se intente promover unidad, muchos ciudadanos nos preguntamos si esta decisión distorsiona los valores fundacionales del Ejército nacional.

Entre esos valores están la defensa de la patria, el resguardo de la soberanía y la protección del orden constitucional en momentos delicados.

Especialmente ahora, cuando la relación con Haití requiere firmeza institucional, estos símbolos cobran una importancia aún mayor para el sentir nacional.

Marco legal del Ejército

En efecto, la existencia del Ejército dominicano se fundamenta en la Constitución de 1844, que en su Artículo 185 estableció los pilares de su institucionalización.

Después, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas de 1978 reforzó esa estructura, y la actual Ley 139-13 reafirmó su misión principal sin ambigüedades.

Esa misión esencial es defender la soberanía y proteger la integridad del territorio nacional frente a cualquier amenaza que pueda surgir, interna o externa.

Además, la actual Constitución reafirma esa función claramente en su Artículo 252, como expresión del mandato legal de resguardar los intereses de la República.

Estas normas jurídicas no solo legitiman al Ejército, sino que también consagran su función: servir como escudo nacional, subordinado siempre al poder civil establecido.

La sustitución simbólica, pero peligrosa

Pasar de “Todo por la Patria” a “Todos somos uno” no representa solo un giro semántico; es una transformación simbólica con implicaciones profundas e institucionales.

El lema anterior evocaba una fuerza militar dispuesta a sacrificarse por el país, mientras que el nuevo difumina su rol esencial y fundacional.

Aunque el nuevo eslogan promueve inclusión, también corre el riesgo de debilitar la misión constitucional y estratégica que define al Ejército como garante de soberanía nacional.

En vez de inspirar obediencia y firmeza, el nuevo mensaje introduce ambigüedad al no distinguir claramente entre funciones militares y roles de la ciudadanía civil.

Al comprometer la claridad de propósito, este cambio simbólico puede afectar la percepción pública sobre el deber exclusivo del Ejército de defender la patria.

Impacto en la moral militar

Por un lado, la moral de las tropas depende de la claridad y nobleza del propósito institucional. La noción de sacrificarse por la patria genera cohesión, valentía y sentido de pertenencia.

Con el nuevo lema, el mensaje se vuelve abstracto, impersonal, e incluso desconectado de las misiones diarias en la frontera o en tareas de seguridad nacional.

Algunos críticos como el general retirado José Miguel Soto Jiménez advierten que este enfoque diluido puede afectar la identidad militar y desmotivar a soldados que ven cómo la narrativa institucional se aleja de los valores que los llevaron a enlistarse en esa institución castrense.

Cambio de lema del Ejército

Imagen: Fuente wikipedia.org

Pérdida de prestigio y legitimidad

Asimismo, el prestigio social del Ejército, uno de los más respetados por la población dominicana, puede verse erosionado si la ciudadanía percibe que ya no representa el bastión de defensa de la dominicanidad.

En una nación de fuerte tradición nacionalista, este tipo de cambio simbólico puede generar una pérdida de confianza pública y una disminución en el reclutamiento motivado por vocación.

Si la imagen del Ejército se desvincula de su rol histórico y se conecta más con agendas globalistas o sociales, corre el riesgo de que la ciudadanía vea a la institución como una estructura burocrática más, una institución que empieza a «mariconizarse», en lugar de un símbolo de protección nacional.

Soberanía en tiempos críticos

En la realidad actual, donde República Dominicana enfrenta desafíos migratorios, como la crisis haitiana y la presión internacional por sus políticas de repatriación, el Ejército desempeña un papel crucial.

Cualquier señal que transmita debilidad o ambigüedad en su misión puede ser interpretada por actores internos o externos como un punto vulnerable.

No obstante, no existen evidencias claras de que la capacidad operativa del Ejército haya visto afectada, las percepciones pueden generar consecuencias geopolíticas y sociales impredecibles, especialmente cuando la frontera se vuelve un terreno de tensión y estrategia.

Identidad dominicana en disputa

Nuestra identidad está profundamente entrelazada con su historia de resistencia e independencia. El Ejército ha sido una pieza esencial en esa construcción histórica.

Por eso, cuando el nuevo lema es asociado, directa o indirectamente, con influencias externas o discursos de fusión binacional, como algunos sectores han interpretado, la reacción social se vuelve explosiva.

Para una sociedad altamente polarizada y en proceso de redefinir su identidad frente a dinámicas globales, cualquier mensaje institucional debe ser claro, firme y profundamente alineado con la historia nacional.

En este sentido, la inclusión por parte del Ejército del principio número 13 de “enfoque de género” como valor institucional realizado entre los años 2021 y 2023 ha avivado aún más la controversia, al ser visto por algunos sectores como parte de una agenda impuesta.

¿Riesgos reales o percepción?

Es importante señalar que no todos los riesgos son tangibles. Algunos peligros son más bien simbólicos o perceptuales. Sin embargo, en política institucional, la percepción puede ser igual de peligrosa que una amenaza real.

Reales:

  • Moral militar erosionada
  • Disminución del prestigio social
  • Reducción del reclutamiento vocacional

Perceptuales:

  • Debilitamiento de la seguridad nacional
  • Supuesta “fusión” identitaria con Haití
  • Desvinculación con valores patrióticos
Cambio de lema del Ejército

Imagen: Fuente wikipedia.org

Una narrativa confusa puede desencadenar desconfianza, polarización social y pérdida de cohesión nacional, aún cuando la estructura legal del Ejército no haya cambiado.

Contexto sociopolítico y factores agravantes

En este contexto, el cambio de lema ocurre en un momento crítico que agrava los riesgos:

Tensiones con Haití: La crisis migratoria y la inestabilidad en Haití refuerzan la necesidad de un ERD fuerte y patriótico. Cualquier percepción de “suavización” o «marizonización» puede ser vista como una vulnerabilidad.

Críticas internacionales: Organismos como la ONU, Amnistía Internacional, los jesuitas, han cuestionado las deportaciones dominicanas, alimentando la percepción de que el lema y el principio de género responden a presiones externas.

Polarización política: La reelección de Abinader en 2024 ha intensificado los debates nacionalistas, con sectores acusando al gobierno de ceder ante agendas globalistas.

Falta de comunicación: La opacidad del Ministerio de Defensa, que no ha explicado los cambios, ha permitido que las críticas, como las de AlMomento.net, dominen la narrativa.

Comparaciones internacionales

A pesar de que otros países han vivido procesos similares, el contexto dominicano es especialmente sensible.

En España, la inclusión de mujeres en las fuerzas armadas no supuso una ruptura institucional, pero requirió realizar ajustes culturales importantes.

En Colombia, las reformas enfocadas en derechos humanos generaron polarización, pero mantuvieron intacta la eficacia militar.

En República Dominicana, la historia con Haití, el nacionalismo arraigado y el carácter simbólico del Ejército hacen que cualquier cambio percibido como “externo” o “impuesto” tenga un impacto mucho más profundo.

Una oportunidad para redefinir sin borrar

Finalmente, toda institución debe evolucionar, pero nunca al costo de perder su identidad esencial. La modernización no debe suponer una ruptura con el pasado, sino una reafirmación de sus mejores valores adaptados al presente.

Por consiguiente, el lema “Todos somos uno” solo podría ser interpretado de manera constructiva si se enmarca dentro de una narrativa que refuerce la lealtad, la unidad nacional y la soberanía.

Que no suponga ni mínimamente una ruptura con los valores fundacionales del Ejercito República Dominicana.

Pero para eso, se requiere una comunicación efectiva, directa y transparente que vincule este nuevo enfoque con la defensa de la patria.

Reflexión final

La defensa nacional no puede estar sujeta a modas o tendencias ideológicas. Aunque el cambio de lema militar podría ser bien intencionado, su ambigüedad puede generar confusión institucional y social.

Reafirmar los valores fundacionales no es retroceder, sino garantizar la continuidad de una identidad que ha sido capital para la soberanía dominicana por casi 200 años.

Por lo que, este cambio de lema a “Todos somos uno” y la incorporación del “enfoque del género” acercan al ERD a peligros reales y perceptuales: la erosión de la moral militar, la pérdida de prestigio social, el potencial debilitamiento de la seguridad nacional y la dilución de la identidad dominicana.

Estos riesgos no implican una “marizonización” estructural, ya que los valores fundacionales permanecen intactos en la legislación y las operaciones, pero la percepción de una narrativa globalista, en un contexto de tensiones con Haití y nacionalismo exacerbado, amplifica su impacto.

El mayor peligro es que la falta de comunicación y la polarización pública quebranten la confianza en nuestro ERD, debilitando su rol como unificador de la nación.

Para mitigar esto, el ERD debe reafirmar sus valores patrióticos, vinculando la unidad y la equidad con la defensa de la patria, asegurando que la modernización fortalezca, no desvanezca, la dominicanidad ni la defensa de la soberanía nacional.

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