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jueves, octubre 16, 2025

Fallece Franklin Domínguez, patriarca y maestro del teatro nacional

El inmenso Franklin Domínguez deja un legado eterno en la cultura dominicana

SANTO DOMINGO, República Dominicana.– Falleció la mañana de este martes el dramaturgo Franklin Domínguez, patriarca y maestro del teatro dominicano. Con 94 años recién cumplidos el pasado jueves 5 de junio de 2025, su partida enluta a la República Dominicana y marca el final de una era en la escena cultural nacional. Su fallecimiento cierra un capítulo brillante del arte dominicano, pero deja un legado monumental que seguirá inspirando a generaciones.

Una vida marcada por el teatro

Franklin Domínguez nació en Santiago de los Caballeros. Doctor en Derecho, también se desempeñó en la política, el periodismo, la publicidad y la docencia, aunque fue el teatro el eje central de su vida. En 2023, durante una de sus últimas entrevistas, confesó con voz pausada desde su silla de ruedas: «El teatro es mi vida, encontré en el teatro una pasión inexplicable, a pesar de que siempre me desarrollé en otros trabajos».

Su relación con el arte comenzó gracias a su hermano Héctor Domínguez, también actor, y se consolidó en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde fue parte de la primera generación de graduados. Allí compartió con figuras como Máximo Avilés Blonda y recibió la influencia de Emilio Aparicio. Desde entonces se convirtió en actor, director, dramaturgo, maestro y productor, un verdadero pilar del teatro dominicano.

Enfermedad y últimos años

El primer actor enfrentó con fortaleza una dura batalla contra el cáncer. En 2014 fue diagnosticado con cáncer de próstata y, desde 2018, vivió con metástasis ósea que provocó la rotura de un fémur, lo que lo obligó a permanecer en cama. Sin embargo, ni la enfermedad logró apagar su pasión por el arte. Continuó ofreciendo entrevistas, compartiendo reflexiones y manteniendo viva su voz creadora.

Una producción dramática inmensa

La obra de Franklin Domínguez abarca más de cien piezas escritas, de las cuales unas 45 fueron llevadas a escena dentro y fuera del país. Su producción dramática es abundante y diversa: comedia, tragedia, sátira política, teatro infantil, ópera, comedia musical y drama cotidiano. Obras como Omar y los demás, Lisístrata odia la política, Los borrachos, Duarte: fundador de una República y Se busca un hombre honesto son parte de su legado más recordado.

Sus piezas fueron traducidas al inglés, francés, alemán, chino, portugués, flamenco, papiamento e incluso ruso. Fueron representadas en escenarios de Francia, Canadá, Bélgica, México, Portugal, España, Argentina, Colombia, Estados Unidos, China, Chile y otros tantos países. También viajó por el mundo dando conferencias y difundiendo el teatro dominicano en foros internacionales.

Entre el cine y la ópera

En 1963 escribió y dirigió La silla, primer largometraje dominicano, que denunció la dictadura de Trujillo y abrió camino al cine nacional. Fue creador del texto de la ópera Anacaona, con música del maestro italiano Adriano de la Rosa, y pionero de la comedia musical dominicana con Solano. Asimismo, cultivó el teatro infantil con títulos premiados como La niña que quería ser princesa y Duarte entre los niños.

Reconocimientos y distinciones

Su nombre está ligado a los más altos galardones del país. Fue siete veces ganador del Premio Nacional de Teatro, obtuvo el Gran Dorado en 1979, tres Premios ACE en Nueva York y el Premio Nacional de Literatura en 2003, otorgado por la Fundación Corripio y la Secretaría de Cultura. A nivel internacional, fue distinguido en Italia, Bélgica y otros países que celebraron la calidad de su dramaturgia.

Franklin Domínguez también ejerció importantes funciones públicas: fue director de Información y Prensa de la Presidencia durante cinco gobiernos, desde Juan Bosch en 1963 hasta Antonio Guzmán en 1978, y director de Bellas Artes en tres ocasiones, hasta 2015. Fue además miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua y presidente de la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos.

Una vida de inspiración

Domínguez tenía como musa a la actriz Monina Solá, a quien consideraba una hermana y amiga inseparable: «Monina y yo fuimos más que familia. Trabajamos juntos todo el tiempo. Lamenté no poder asistir a su sepelio», expresó en una ocasión. Su artista favorita era la argentina Libertad Lamarque, y una de sus canciones preferidas, A mi manera, en la versión de Raphael, describe con justicia la forma en que vivió.

Su legado no solo se mide por su producción escrita, sino también por las generaciones de actores y actrices que formó y apoyó, muchos de los cuales hoy conforman la columna vertebral del teatro dominicano.

El adiós a un pilar de la cultura

Con la partida de Franklin Domínguez, la República Dominicana despide a un pilar de su cultura y a un patriarca del teatro nacional. Su voz crítica, su talento inagotable y su capacidad para llevar el teatro a nuevos horizontes lo convierten en un creador irrepetible.

Aunque la enfermedad lo limitó en sus últimos años, nunca pudo derrotar su espíritu. Hoy la nación llora su ausencia, pero celebra su vida y obra, conscientes de que su legado seguirá iluminando los escenarios y formando parte esencial de la identidad cultural dominicana.

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