La nomofobia infantil preocupa por su impacto en la salud mental, el aprendizaje y las relaciones emocionales en la infancia
SANTO DOMINGO, República Dominicana. – La nomofobia infantil se ha convertido en una alerta silenciosa para padres y educadores. Este miedo excesivo a estar sin el celular está afectando la salud mental, el comportamiento y la atención de niños y niñas, creando una dependencia tecnológica cada vez más visible en la vida cotidiana.
Tiempos, pantallas y emociones
En un mundo hiperconectado, la nomofobia infantil se manifiesta como un miedo irracional a no tener el teléfono cerca. Aunque parezca un fenómeno adolescente, los especialistas advierten que está apareciendo desde edades más tempranas, afectando la regulación emocional y la capacidad de concentración.
Según la UNESCO, durante la pandemia el tiempo frente a pantallas aumentó 50 minutos diarios en niños de 3 a 8 años, elevando los niveles de irritabilidad, ansiedad y falta de sueño. La exposición constante a estímulos visuales rápidos modifica la liberación de dopamina, generando placer inmediato pero también frustración cuando el celular no está disponible.
“La estimulación visual y auditiva del celular produce una gratificación inmediata que el cerebro infantil aún no sabe gestionar”, explica la psicóloga clínica Anayeli Pérez, especialista en neuropsicología.
Señales de alerta
Identificar los signos tempranos de nomofobia infantil es esencial:
- Irritabilidad o tristeza cuando se retira el celular.
- Ansiedad cuando no hay señal o batería.
- Alteración del sueño y horarios.
- Dificultad para realizar actividades sin pantalla.
- Dependencia constante del dispositivo o miedo a “perderse algo” (FOMO).
El uso excesivo del móvil también afecta el rendimiento escolar. Un informe de la UNESCO advierte que el uso inapropiado de la tecnología reduce la concentración, la memoria y la autorregulación emocional.
Efectos psicológicos y sociales
La nomofobia infantil genera aislamiento virtual. Cada vez más niños reemplazan la interacción presencial por vínculos digitales, debilitando sus habilidades sociales. Además, el celular se convierte en una fuente de validación: cuando no lo usan, pueden experimentar inseguridad, vergüenza o baja autoestima.
El problema va más allá de lo conductual. Al imitar los hábitos adultos, los menores reproducen patrones de dependencia: un estudio regional indica que el 78% de las personas reconoce no poder pasar un día sin su teléfono.
Educación digital y acompañamiento
Los especialistas recomiendan un acompañamiento inteligente. No se trata de prohibir, sino de enseñar a usar. Algunas medidas clave son:
- Detección temprana de comportamientos compulsivos.
- Educación digital adaptada a la edad del niño.
- Actividades sin pantalla que fomenten creatividad y convivencia.
- Intervención profesional en casos de dependencia severa.
- Ejemplo adulto: limitar el uso del móvil en familia para normalizar la desconexión.
“Supervisar y acompañar no es controlar, es educar emocionalmente”, agrega Pérez. “La prevención empieza con adultos conscientes de su propio vínculo con la tecnología.”
Un llamado urgente
El futuro de la infancia no puede depender de las notificaciones. Afrontar la nomofobia infantil exige una cultura digital más saludable, basada en el diálogo, la empatía y el equilibrio. Educar en tecnología no es solo enseñar a usarla, sino a convivir con ella sin perder el bienestar emocional.
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