Las voces silenciadas demandan igualdad informativa para periodistas del interior. / Fuente externa.
Por Cesáreo Silvestre Peguero
San Pedro de Macorís, República Dominicana
Voces que han sido silenciadas
Participar en La Semanal con la Prensa, ese espacio encabezado cada lunes por el presidente Luis Abinader, no garantiza el derecho real a interpelar al mandatario.
La escenografía fue abierta y el discurso aparentó ser democrático, pero el micrófono no resulta plural. La oportunidad de formular preguntas no pertenece a todos.
Y peor aún, no se advierte participación significativa de comunicadores provenientes de las provincias.
Disidencia no es pecado
Es legítimo esperar que quienes pregunten lo hagan con criterio y sin complacencias innecesarias. Sin embargo, rara vez se observa a un periodista cuestionar con firmeza desde una óptica distinta al oficialismo. Parecería que disentir es pecado y cuestionar, un privilegio reservado.
En una República que se honra de ser libre, la disidencia debía florecer sin miedo. No se hablo de caos, sino de voces con derecho y miradas distintas que también construyen la nación.
Derecho a preguntar excluido
Confieso que me gustaría estar allí, en ese encuentro con el Presidente. No por vanidad, sino por convicción. Anhelo interpelar sobre mi región este, sobre lo que se esconde entre cañaverales, barrios invisibles y esperanzas que se desvanecen.
Pero eso parece imposible. No soy adepto al partido oficialista, ni a ningún otro. No sigo líneas. No entrego mi voz. Soy independiente. Y trato de ser objetivo, aunque eso incomode.
Si en verdad se pensara en las provincias, no se limitaría el derecho a preguntar a un grupo de comunicadores de la capital ni se repetirían rostros en un círculo cerrado. La palabra no debe ser monopolio ni la prensa selectiva. El pueblo no sólo vive en el Distrito Nacional.
Gremios y control político
Los gremios periodísticos del interior deberían exigir participación equitativa, pero eso también parece lejano. En demasiadas ocasiones, sus dirigentes han emergido del apadrinamiento de gobiernos que siempre han buscado controlar, tanto al Colegio Dominicano de Periodistas, como al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa. Y Así bajo ese control, se suprime la crítica.
La gran prensa ha sido amordazada por todos los gobiernos. No se honra el deber de cuestionar: se prefiere la comodidad de ser complacido. Muchos prefieren la dádiva antes que el deber. Callan para recibir. Asienten para no perder el patrocinio. Así, la prensa se convierte en cómplice silenciosa de lo que no se dice.
Exclusión de medios locales
Aquí, en San Pedro de Macorís, si un comunicador no pertenecía al comité de base del partido oficialista, quedaba excluido de los anuncios del Estado. Su medio, su página, su programa no merecen ser tomados en cuenta.
Durante el pasado gobierno, los anuncios de INDOTEL llegaban sólo a medios afines. Hoy ocurre lo mismo con las promociones del Seguro BanReservas. Es la misma práctica con distinto color. ¿Se está siendo excluyente? Sin duda.
Después que un partido llega al poder, debía elevarse por encima de favoritismos. Las instituciones públicas no son propiedad de ningún partido. Son de todos. Y todos tenemos el mismo derecho de acceso a la comunicación, al espacio institucional y al trato justo.
Un cambio necesario
Ojalá algo cambie. Ojalá surja un movimiento periodístico con dignidad, sin genuflexiones, sin miedo y sin intereses que lo silencie. Un movimiento que reclame respeto para las voces del interior, para los medios que informan sin apadrinamiento y para los periodistas que todavía creen en la verdad.
Porque el sol debe alumbrar parejo. Y la casa del pueblo no puede seguir cerrada a las voces del pueblo.
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