Rubby Pérez Infinito: un tributo que oculta más de lo que revela sobre el legado del merengue. / Imagen: Fuente externa

El evento «Rubby Pérez Infinito» oculta un negocio que explota el legado del merenguero, mientras Zulinka Pérez exige lo justo

José Ml. Taveras

Escritor y humanista

Los homenajes no deben ser una excusa para lucrar con el dolor ajeno, sino una oportunidad para honrar el verdadero legado

El tributo que huele a negocio: Zulinka Pérez y la verdad incómoda del «Rubby Pérez Infinito»

La muerte de Rubby Pérez, el ícono del merengue dominicano, en la tragedia del Jet Set el pasado 8 de abril, dejó un vacío en el corazón de la música y de un país entero. Su voz, conocida como “La Voz Más Alta del Merengue”, resonaba con una fuerza que trascendía fronteras, uniendo generaciones con canciones como Volveré y De Color de Rosa. Pero mientras las lágrimas aún no se secan y el duelo sigue fresco, un evento titulado “Rubby Pérez Infinito” promete honrar su legado el próximo 11 de julio en el Teatro Nacional Eduardo Brito. Suena conmovedor, ¿verdad? Sin embargo, tras la cortina de este supuesto homenaje, se esconde un negocio descarado que explota la tragedia para llenar bolsillos, y la hija de Rubby, Zulinka Pérez, está siendo crucificada por atreverse a exigir lo que le corresponde.

Zulinka, quien cantó junto a su padre durante 23 años como corista de su orquesta, ha sido señalada con dedos acusadores por, según algunos, “poner condiciones” para participar en este evento. En las redes sociales, el linchamiento digital no se ha hecho esperar.

Hay quienes la tildan de oportunista, de desagradecida, e incluso han llegado a insinuar que su ausencia en el tributo es una traición a la memoria de su padre. Pero, ¿y si miramos la otra cara de la moneda? ¿Y si Zulinka, lejos de ser la villana, es la única que está viendo este “homenaje” por lo que realmente es: un espectáculo comercial disfrazado de filantropía?

Rubby Pérez Infinito: negocio u homenaje real

Hagamos las cuentas. Las boletas para Rubby Pérez Infinito oscilan entre RD$3,965 y RD$16,820, según reportes recientes. Con 27 artistas nacionales e internacionales anunciados, la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional se llenará de un público dispuesto a pagar precios exorbitantes por un evento que, en teoría, honra a las víctimas de una tragedia que cobró 236 vidas, incluida la de Rubby.

Pero, ¿cuánto de esos ingresos llegará a las familias afectadas? ¿Cuánto es realmente para “honrar” y cuánto para engordar las ganancias de los organizadores? Nadie lo dice, y esa opacidad huele a negocio redondo.

Mientras tanto, Zulinka, quien sobrevivió al colapso del Jet Set protegida por su esposo, Teosaris Miguel Báez, y quien perdió a su padre en ese escenario, es vilipendiada por no querer prestarse al show sin garantizar que su trabajo sea justamente remunerado.

La doble moral de los homenajes póstumos

Es hipócrita que se critique a Zulinka por exigir condiciones. Como artista, como miembro de la orquesta de su padre, y como alguien que lleva el peso de su legado, tiene todo el derecho de negociar su participación.

¿Acaso los demás artistas, desde Milly Quezada hasta Olga Tañón, están actuando gratis? ¿O es que solo a Zulinka se le exige que done su talento en nombre de un “homenaje”?

La verdad es que este evento, organizado por los hermanos del cantante y producido por Aidita Selman, parece más una máquina de hacer dinero que un acto de memoria pura. La ausencia de Zulinka, lejos de ser un capricho, podría ser un acto de resistencia contra la comercialización del dolor.

Zulinka y la explotación de la tragedia

Y luego está el contexto. Zulinka ha tenido que enfrentar no solo la pérdida de su padre, sino también una campaña de desprestigio por recibir una compensación de RD$1,000,000 de la empresa Inversiones E & L, S.R.L., tras la tragedia. Ella aclaró que ese dinero fue como miembro de la orquesta, no como hija de Rubby, al igual que otros 15 músicos, incluido su esposo.

Sin embargo, las redes sociales y algunos medios han alimentado la narrativa de que ella está “lucrando” con la tragedia. ¿No es irónico que se le critique por aceptar una compensación, pero se espere que participe gratis en un evento que genera miles de pesos en boletos?

Promoción del «homenaje». / Imagen: Fuente externa

La doble moral es evidente: cuando Zulinka reclama lo que le corresponde, es una mercenaria; cuando los organizadores venden entradas a precios de lujo, es un “tributo”.

¿Quién está realmente lucrando con Rubby Pérez Infinito?

El caso de Zulinka pone al descubierto una verdad incómoda: los homenajes póstumos, especialmente tras tragedias, a menudo se convierten en oportunidades para que algunos saquen provecho mientras el público, cegado por la emoción, aplaude sin cuestionar.

Rubby Pérez merece ser recordado, sí, pero no a costa de explotar su nombre ni de silenciar a quienes, como Zulinka, conocen de cerca el peso de su ausencia. Ella no solo perdió a un padre; perdió a su mentor, a su compañero de escenario, y casi pierde su propia vida en el Jet Set. Si alguien tiene derecho a poner condiciones, es ella.

Así que, antes de seguir satanizando a Zulinka, hagámonos una pregunta: ¿quién está realmente lucrando con Rubby Pérez Infinito? Porque mientras las boletas se venden y los organizadores cuentan billetes, Zulinka está defendiendo su dignidad y la de su familia en un mundo que prefiere los homenajes vacíos a las verdades incómodas.

Que el merengue de Rubby siga sonando, pero que no se use su nombre para disfrazar un negocio que, en el fondo, poco tiene de infinito y mucho de oportunista.

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