La República Dominicana ocupa el lugar (89), por lo que no fue considerada en este artículo , ya que el mismo se centra en los primero 50 países.

 

GINEBRA, SUIZA (ANSA).- Noruega es el país más feliz del mundo, en un ránking en el que figuran trece de América Latina entre los primeros 50, según indica un reporte difundido en el Día Internacional de la Felicidad.

Así lo determinó el «World Happiness Report», clasificación que desde hace muchos años encabezan los países del norte de Europa. Si bien el podio en 2017 lo ocupa Noruega -que ascendió desde el cuarto puesto-, es seguido por Dinamarca e Islandia, mientras que Estados Unidos está en el 14to puesto y viene en descenso desde 2007. China, por su parte, no está feliz desde hace 25 años y Africa lucha por alcanzar la felicidad.

Sin embargo, 13 de los países más felices están en América Central y Sudamérica. Costa Rica, 12 en el ranking, encabeza esta lista, seguido de Chile (20); Brasil (22); Argentina (24); México (25); Uruguay (28); Guatemala (29); Panamá (30); Colombia (36); Nicaragua (43); Ecuador (44); El Salvador (45) y Belice (50). Los países del norte europeo dominan la clasificación por reunir una serie de factores, como altos ingresos, asistencia sanitaria y social, buen gobierno, bajos niveles de corrupción de las empresas y las instituciones y políticas ambientales.

La felicidad, ingrediente fundamental en la vida de todo ser humano, se mide con distintos parámetros. Los economistas que elaboraron el ranking, en base a 155 países, dan cuenta de que los que ocupan las últimas posiciones viven en una situación de pobreza extrema, pero no en todos los casos aplica el bienestar material. Tanto la felicidad como el bienestar están incluidos en las aspiraciones vitales reconocidas por Naciones Unidas, que en 2012 decretó al 20 de marzo como fecha para reconocer determinados objetivos para alcanzarlos.

En 2015, la ONU lanzó 17 metas de desarrollo que buscan poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger al planeta.

Sin duda, tres aspectos claves que conducen a la concreción de aquellas aspiraciones vitales.

Por ese motivo, la sede del organismo en Nueva York, lleva adelante una campaña publicitaria junto a la UNICEF promocionada con el hashtag #SmallSmurfBigGoals (Pequeños Pitufos Grandes Objetivos) y con las criaturas azules como sus embajadoras del Día Internacional de la Felicidad. A través de ese hashtag, la ONU invita a todas las personas de cualquier edad y de todo el mundo a celebrar este día, con sus «pequeñas acciones» para mejorar la vida de las personas y perseguir el objetivo tan preciado: la felicidad. Los actores estadounidenses Demi Lovato, Joe Manganiello y Mandy Patikin prestaron sus voces para el filme «Los Pitufos, la aldea escondida», que llegará a los cines en abril, y debatieron ante 1,500 estudiantes en la ONU sobre la importancia de la participación de los jóvenes para alcanzar las 17 metas de desarrollo. Así, esas figuras apoyaron la campaña que culminó ayer, al celebrarse el Día Internacional de la Felicidad. Una fecha en la que queda demostrado que el Producto Bruto Interno (PBI) no puede medir la salud y el bienestar de la población de ningún país, mientras que la aproximación a un método de crecimiento más inclusivo, equitativo, equilibrado y sostenible puede ser la clave de la felicidad. De ese parecen haber tomado nota los países del norte de Europa. De hecho, según indicó el director ejecutivo del Happiness Research Institute de Copenhague, Meik Wiking, «lo que funciona en los países nórdicos es una sensación de comunidad». Para explicar su «dominio sostenido» en los primeros puestos a través de los años hay un término, introducido recientemente en el vocabulario cotidiano de los europeos: «hygge».

Si bien su traducción literal del danés es «comodidad», la palabra tiene una acepción más amplia: es un modo más «acogedor» de aproximarse a la vida, en el que reinan los pequeños gestos y los momentos compartidos. Si se le pregunta a un danés que significa «hygge» dirá que es «comer galletas de canela hechas en casa» o «sentarse frente a la chimenea con medias de lana y un suéter grueso, con una copa de vino y un buen libro». Muchos países se están apropiando del término -que se pronuncia «hu-ga»-, pero especialmente de su filosofía, que tiene una nueva traducción: hallar la felicidad en las pequeñas cosas.(ANSA).