poesia, pensamiento, de mi propio proyecto, nuestra inocencia infantil, Alcarrizos News Diario Digital

Franklin A. Suriel

 

Bienvenidos a mi pequeño proyecto.

Un espacio dedicado a deleitar los sentidos. Construir imágenes con palabras. Escuchar del silencio sus sonidos. Alegrarnos el momento en torno a una copa de vino. Intercambiar impresiones. Compartir experiencias. Distraernos y asombrarnos en el el camino y disfrutar de este proyecto maravilloso llamado vida y su amigo inseparable, que algunos llaman destino.

Gracias por venir y mientras preparamos un café, hablemos sobre los sentimientos, algunas experiencias y compartamos un poco de lo vivido…

 

 

Nuestra inocencia infantil

Nos bañábamos en la lluvia, desnudos, sin el morbo del placer. Nuestras riquezas eran un cúmulo de pobrezas esenciales para crecer; un pantalón corto, algún que otro tenis roto, una vieja franela desgastada por el juego y unas chanclas o calizos de colores para correr.

Jugábamos a las escondidas y en las noches nos escondíamos debajo de las sábanas porque el cuco nos quería comer.

Ser feliz era parte del juego, mientras nuestros sueños viajaban en ríos improvisados por la lluvia, en frágiles barcos de papel.

Nos preocupábamos por nuestros amiguitos, con quienes compartíamos nuestro desayuno, juguetes y las increíbles historias de nuestros súper héroes también.

La libertad coincidía con la fantasía. No se planificaba el día, sólo lo disfrutábamos al máximo sin tiempo ni para comer.

Hacíamos cuentos a la luz de la luna. Contábamos estrellas con tal inocencia, que por cada estrella fugaz un deseo pedíamos con fe. Al final, de tanto correr entre juego y juego, nuestra única preocupación, lavarnos antes de dormir los dientes y los pies.

Los animales eran compañeros de fantásticas aventuras. Las mariposas e insectos venían de reinos maravillosos donde cualquier cosa podía suceder. La naturaleza era nuestro supermercado favorito, con productos frescos siempre, cuyo único precio, sólo era correr.

No teníamos prejuicios. Todo era divertido. No teníamos prisa. Éramos confiados. Nos reíamos y llorábamos muchas veces, sin saber porqué.

Éramos felices entonces, pero no sé si lo sabíamos; hasta que no sé a quién se le ocurrió aquella maravillosa idea, de que teníamos que crecer.