La medida es consecuencia de la aprobación de nuevas sanciones estadounidenses contra Moscú

 

NUEVA YORK, EE.UU.(ANSA).- Como respuesta a las sanciones aprobadas días atrás contra Rusia por el Congreso en Washington, el presidente ruso Vladimir Putin decidió hoy echar a 755 diplomáticos estadounidenses que deberán dejar el país antes del 1/o de septiembre.

«Ha llegado el momento de demostrar a Estados Unidos que no dejaremos sus acciones sin respuesta», precisó Putin, tras destacar que la decisión del Congreso empeora «las relaciones bilaterales».

Sin descartar «otras medidas» que Moscú podría aprobar «para responder a Estados Unidos», Putin reaccionó sin titubeos pese a que las sanciones anti-Rusia todavía no están en vigor. El proyecto de ley aún debe ser aprobado por el presidente Donald Trump, quien se comprometió de todos modos a firmarlo.

Trump ha dicho «claramente que lo hará», confirmó el vicepresidente Mike Pence.

En la entrevista en la que anunció su decisión, Putin dio a entender que su paciencia con Washington se había terminado.

«Hemos esperado por un poco de tiempo» un eventual cambio de posición de EEUU, así como una mejoría en las relaciones bilaterales, destacó el líder del Kremlin, tras afirmar que «en el caso que algo cambie, no ocurrirá de todos modos a corto plazo».

A partir del 1/o de septiembre Washington contará en sus diferentes sedes diplomáticas en Rusia con no más de 455 diplomáticos, el mismo número de funcionarios que tiene a su vez el Kremlin entre el personal de la embajada de la capital estadounidense y de los diferentes consulados.

La decisión de Putin confirma las declaraciones hechas a la Abc por el vicecanciller ruso, Sergei Ryabkov, quien se había referido a «varias opciones» de Moscú frente a las sanciones estadounidenses.

La cancillería había por otra parte definido a las sanciones como a «una extorsión destinada a limitar la interacción de los socios extranjeros con Rusia», que «contiene en sí amenazas para muchos países y para el empresariado internacional».

El anuncio marca una escalada negativa en las relaciones Washington-Moscú, pese al diálogo «constructivo» que Trump y Putin tuvieron en ocasión de la reunión cumbre de los líderes del G20 en Hamburgo.

Las sanciones del Congreso de Estados Unidos fueron muy criticadas no sólo por Rusia sino también por la Unión Europea, además de haber sido recibidas con escepticismo incluso por el mismo Trump.

Las medidas no sólo imponen sanciones contra Moscú sino que limitan incluso la autoridad de Trump en el caso de una eventual abolición de las mismas.

Trump aclaró que no comparte las sanciones pero precisó al mismo tiempo que va a dar su luz verde.

El mandatario intenta de esta manera evitar un nuevo enfrentamiento con el Congreso sobre Moscú, teniendo en cuenta las investigaciones en curso sobre el «Rusiagate».