P. Antonio Lluberes, SJ

Es Navidad…

Al menos en nuestros países nadie, no importa creencia o religión,  es ajeno a la Navidad. Puede que no sepa explicar y mucho menos vivir el sentido religioso que encierra esta fiesta evangélica, y que esté de acuerdo o no.

La Navidad se vive como alegría, como cercanía, como familia, como misterio. Todos nos sentimos llamados a cambiar nuestras vidas aunque sea por pocas horas, por las horas de Nochebuena. Poco importa si se identifica con comida abundante, bebida al límite y música bulliciosa.

Todo eso, lo que hay de bueno y lo que podría ser malo,  está vinculado a Jesús, Jesucristo, al nacimiento de un niño, que como todo niño es  pequeño, indefenso, radiando bondad, lleno de promesas.

¿No es verdad? ¿No estamos de acuerdo? Esa fiesta del niño que nace es como un sueño, una utopía de lo quisiéramos ser y no podemos por más que afanemos. Es el regalo de Jesús a la humanidad.

La Navidad es la gran reserva espiritual, alguien con mucho sentido ha propuesto que la UNESCO la declare como patrimonio espiritual de la humanidad. 

Amigo, resérvale un minuto de tu interior, de tu corazón para «regustar» todo lo que de bueno está y se te ofrece en el niño que nace y es recostado en paja, rodeado de animales, cantado por los ángeles, reconocido por los pastores, adorado por los reyes y bien mimado y cuidado por su madre María.

Es Navidad…