MADRID, ESPAÑA, EL PAIS.- Ángel Rondón, “socio estratégico” de la filial del Canal de Isabel II en la República Dominicana, está siendo investigado por corrupción por la Procuraduría (fiscalía) General del país caribeño. La constructora brasileña Odebrecht le entregó a Rondón a lo largo de varios años 92 millones de dólares (algo más de 85 millones de euros) que presuntamente acabaron convirtiéndose en sobornos a funcionarios dominicanos para conseguir contratos. La sucesión de escándalos en torno a las filiales latinoamericanas de la compañía pública madrileña ha empujado al Gobierno regional a cerrar una docena de filiales; entre ellas no se cuenta la compañía de Rondón: AAA Dominicana.

Una constructora brasileña le entregó 92 millones de dólares que podrían haber servido para pagar sobornos a cambio de contratos

 El consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, compareció en la Asamblea el pasado mes de abril, cuando apenas empezaban a asomar las críticas a las filiales latinoamericanas del Canal de Isabel II, a cuenta de un negocio ruinoso en Brasil y las conexiones de algunos gestores con empresas situadas en paraísos fiscales. Garrido debía explicar cuáles son, a qué se dedican y quién compone el accionariado de la veintena de firmas que la empresa pública madrileña tenía diseminadas por buena parte del continente americano. Entre las dedicadas a “prestar servicios de apoyo a la gestión del ciclo integral del agua, como son asesoría y consultoría sectorial, ingeniería civil, la explotación de plantas, obras e instalación de acometidas y contadores, abastecimientos y saneamiento”, incluyó a AAA Dominicana. Y en su accionariado, habló de un “socio estratégico”, Ángel Rondón, con una participación del 10%.

Pero además, según el registro mercantil de Santo Domingo, el empresario dominicano es también el representante en la compañía de los otros dos socios locales: una firma llamada Roymar (10%) y ClimateState (15%), “que se encarga de promover, desarrollar e invertir en bancos comerciales hipotecarios, entidades financieras y en bienes raíces”, según explicó Garrido en la Asamblea.

Rondón es asimismo el copresidente de AAA Dominicana, junto a Diego García Arias, que representa a Inassa, la compañía colombiana que gestiona a su vez la mayoría de filiales del Canal en Latinoamérica. A pesar de ello, García Arias se negó el pasado junio a comparecer en la Asamblea para dar cuenta de los negocios americanos de la empresa pública madrileña. Argumentó que era una sociedad colombiana y que tenía que preguntarle a sus accionistas.

Señalado por el gerente

Y ahora, el gerente de Odebrecht en el país caribeño, Marcelo Hofke, ha dicho que entregó el dinero a Ángel Rondón. Este ha admitido a su vez que recibió “una cantidad similar” a esos 92 millones entre 2001 y 2014, pero ha negado que fuera para sobornos, sino que eran el “pago de sus servicios como representante comercial”, según aseguró el pasado 11 de enero durante el interrogatorio al que le sometió el procurador general dominicano, Jean Rodríguez. De ese modo, Rondón habría recibido una remuneración media por sus contratos de representación de unos 6,5 millones de euros al año.

La prensa dominicana define a Rondón como empresario y lobbista (es decir, aquella persona que intenta a influir en los legisladores a favor de un colectivo o empresa). Y, aunque nunca llegó a ser condenado, le sitúan en medio de otros escándalos sucedidos en el país caribeño, como el del Plan Renove, una investigación de irregularidades en la compra de autobuses del transporte público, que costó unos 35 millones de euros).

Mientras la investigación del caso Odebrecht sigue abierta en la República Dominicana (el objetivo final es localizar a los funcionarios que recibieron los sobornos), la Consejería de Presidencia de la Comunidad ha declinado pronunciarse sobre las acusaciones que pesan sobre el principal socio de la empresa pública madrileña Canal de Isabel II en el país caribeño o sobre el futuro de AAA Dominicana.

Esta firma no está entre las filiales del Canal que el Gobierno dirigido por Cristina Cifuentes ha decidido cerrar. En el año 2015, la empresa, con 300 empleados en plantilla, tuvo unos beneficios de 2,79 millones de pesos dominicanos (unos 56.000 euros), según las cuentas auditadas por KPMG. Todos sus ingresos, según ese documento, provienen de contratos de servicios con cinco clientes, que contemplan, por ejemplo, la “gestión comercial y de suministro e instalación de medidores [de agua] en la ciudad de Santo Domingo”, la capital del país; la gestión informática de la facturación de tributos en Santiago de los Caballeros, al norte de la isla; o la gestión comercial de los servicios de suministro y distribución de agua potable en la provincia de La Vega.