Por: Arismendy Martinez

El pasado 27 de febrero, día de la Independencia Dominicana me dispuse a perder algunas horas para escuchar el discurso de rendición de cuentas (cuentos) del presidente Danilo Medina Sánchez, ante los diputados y senadores reunidos para tal ocasión.

A decir verdad que agradezco el haber tomado la decisión de perder ese tiempo en que el mandatario estuvo hablando; esto por varias razones, la primera hacía tiempo que no me reía tanto, segunda me abrió los sentidos para que busque otro país donde vivir y tercero, me dio la oportunidad de reconocer que en este hombre tenemos a un ser humano de una sola postura, pues las mentiras que pronunció cuando era candidato, luego en la toma de posesión y ahora, son las mismas.

La risa que me causaron los datos que ofreció me ayudaron a relajarme un poco y botar el estrés de la situación social a la que nos han metido los gobiernos que hemos tenido, principalmente desde el 1996 hasta la fecha. Todos han sido como una cadena cuyos eslabones fueron confeccionados por los mismos herreros políticos, salvo algunas excepciones.

Los datos ofrecidos en sumatoria por el presidente, describiendo sus ejecutorias me hizo tomar la decisión de irme a vivir en el país que estaba describiendo, cuantas bonanzas, no existen los pobres, no hay corrupción, no se tolera la impunidad, hay transparencia total, la justicia existe para todos, hay empleos para todos los habitantes, los jóvenes cuando se gradúan en la universidad, tienen trabajo garantizado, las adolescentes no salen embarazadas, las casas no necesitan rejas para protegerse de los delincuentes, se puede transitar por las calles de cada ciudad, la seguridad ciudadana es una garantía, los hospitales son ejemplos de atenciones médicas, los policías tienen salario de holgura, los funcionarios al ser juramentados en un cargo, rinden cuenta de sus pertenencias y al dejar el mismo, hacen lo mismo que al principio.

Tomé la decisión de irme a vivir en ese país, solo espero a que el presidente diga dónde queda ese paraíso descrito con sus palabras de taumaturgo político; estoy seguro que al igual que yo, seremos muchos los que tenemos las maletas preparadas para irnos a vivir en ese país de las maravillas, talvés nos encontremos allá a Alicia la encantadora del bosque.

Solo aspiro a que el presidente y sus funcionarios no decidan ir a vivir en ese país descrito por sus palabras, pues estoy seguro que si lo hacen a su llegada, corromperán todo y querrán tener dominio de los poderes, tanto ejecutivo, legislativo y judicial y por ende envilecerán al pueblo con sus artimañas políticas. Un favor solo le quiero pedir al presidente, que me diga en nombre de su apetito de comer tiburón podrido y de haber lanzado a la basura los principios éticos y morales, que me diga en cuál zafacón los tiró para ir a recogerlos y rescatarlos de la ignominia de la podredumbre política en que nos han sumidos los gobiernos.