Con don José Rafel Abinader, padre de Luis, cultivé una gran amistad. Era una persona muy afable y agradable en el trato con sus amigos. Lo conocí cuando era líder estudiantil del grupo Fragua, allá por el año 1968, dos años después de haber fundado la Universidad Organización y Método (O & M), el 12 de enero de 1966.

Don Abinader perteneció al grupo de catedráticos universitarios que dijeron presente en la Revolución del 24 de Abril de 1965, llegando a ocupar la secretaría de Hacienda (hoy ministerio) en el gobierno del inmenso coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

Cuando se inició la lucha por el Medio Millón por la UASD, era de las primeras columnas al lado del estudiantado, defendiendo el derecho a la educación superior que estrangulaba económicamente el gobierno del déspota ilustrado, Joaquín Balaguer.

Joaquín Balaguer, Jacobo Majluta y Juan Bosch

En esos días de fieras luchas, fortalecimos las relaciones personales y al acercarse los comicios universitarios para elegir sus autoridades, me acerqué a él para decirle que el grupo Fragua lo apoyaba como candidato a la Vice Rectoría Administrativa. Propuesta de la que se sintió complacido. Desde ese momento iniciamos la campaña que resultó ganadora.

En el año 1982, don José Rafael Abinader anuncia su candidatura presidencial por la Alianza Social Demócrata (ASD), recuerdo que en esos tiempos trabajaba como redactor del periódico El Nuevo Diario y lo visité en su despacho de la Universidad O & M para entrevistarlo. Allí lo encontré sentado frente a su escritorio con las piernas descansando encima del mueble y tras preguntarle cómo iba su candidatura me dijo que a él nadie le ganaba, a lo que le respondí que su optimismo era contrario a lo que pensaban sus adversarios del PRD y PR, que entendían que su partido cabía en una guagua de ONATRATE. Sonriente me dijo que estaban equivocados, que el 16 de mayo cuando se destaparan las urnas solo había un ganador: José Abinader.

me contestó: ¡Chino, me hicieron un fraude colosal. Así lo publiqué en El Nuevo Diario. Desde ese instante la frase: ‘’fraude colosal’’ fue patentizada en el argot político de los candidatos perdedores.

Regresé al periódico y redacté una breve nota en la que el candidato Abinader vaticinaba su victoria electoral, en una competencia electoral donde participaban el PRD, el PR, UCN, PNVC, UPA, PQD, MIDA, PAN, PLD, BS, PCD y el MPS.

Llegó el 16 de mayo de 1986 y la gente fue masivamente a votar. Balaguer resultó ganador, luego de estar alejado 6 años de la Presidencia.

Al revisar las votaciones generales de cada partido, el Partido Alianza Social Demócrata, del profesor José Rafael Abinader, alcanzó una votación general de 9,208 obteniendo su más alta votación en Santiago donde sacó 2,265 sufragios.

Tras el »tsunami» de votos a favor de Balaguer, fui a obtener la reacción del amigo y candidato presidencial de la Alianza Social demócrata (ASD), al entrar a su despacho, lo noté un poco atormentado y sin mediar palabras le dije: – ¿Profesor y qué pasó? Sentado en el sillón de su escritorio, con los pies encima de éste, me contestó: ¡Chino, me hicieron un fraude colosal. Así lo publiqué en El Nuevo Diario. Desde ese instante la frase: ‘’fraude colosal’’ fue patentizada en el argot político de los candidatos perdedores. Así era don Abinader, una persona a quien siempre respeté como político, como ciudadano y como educador.

Recuerdo que la última vez que lo ví, fue el 24 de abril del 2019, en la misa que varias fundaciones patrióticas les celebraron a los héroes de abril de 1965. Entre esos héroes estaba don José Rafael Abinader, ex secretario de Hacienda del gobierno en armas del inmenso Francisco Alberto Caamaño Deñó. Con su partida el país perdió un ciudadano ejemplar.

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